Despertó una mañana de otoño. Abrió los ojos, hizo un gesto mas bien grotesco, se dispuso a sentar... apoyó sus manos, se oyó un desgarrador gemido... se desplomó sobre la cama. Rápidamente recordó lo que había sucedió hace algunas horas. Volvió a apoyar sus manos , pero esta vez se escuchó un desesperado llanto...
Volteó hacia el velador, ahí estaba la prueba que necesitaba para saber que había tenido una espantosa velada, y que no había sido una espantosa pesadilla.
Se miró las muñecas y los antebrazos, tenían restos de sangre seca. Sus manos y pies temblaban, su cara se empapaba de lágrimas que parecían hacerse cada vez más negras.
Apoyó sus pies en la fría baldosa, la recorrió un espelusnante escalofrío... Sus pies dejaron de temblar. Sus manos aún continuaban temblando, trató de calmarlas con unos pequeños golpes, sin embargo, no logró conseguirlo.
Dejó caer su cabeza por un momento, observó manchas rojas en el suelo. Había olvidado limpiar, o simplemente, el dolor no le había permitido hacerlo.
Se paró, casi vuelve a caer en su cama. Camino hacia el baño, el pasillo parecía hacerse más y más largo, era interminable. Abrió la puerta del baño, en realidad la empujó con rabia, se afirmó en el lavamanos... y en el dañado espejo observó su desgraciado rostro, comenzó a llorar con más energía aún. Se sentía espantosa, frustrada, sentía que era una mierda...
Se sentó en la taza del baño, abrió un poco sus piernas, apoyó sus brazos en ellas y se afirmó la cabeza con las manos. Caían y caían sus lágrimas negras por el maquillaje. Estaba cansada de tener que fingir felicidad, estaba cansada de escuchar "Tienes que decirnos que es lo que te sucede, cuales son tus problemas e inquietudes", estaba cansada de tener que escucharlo siempre, cansada de que su madre le dijera "Dicen que estas mal, hija", cansada... muy cansada. En un desesperado grito se escucho su triste voz... "¡Dejenme en paz, dejenme sola!"
Se dirigió a la ducha, se quitó la ropa, abrió la llave del agua helada. Se puso bajo la fría agua. Ahí estuvo por 10 minutos. Trataba de entender por todo lo que estaba pasando, sin embargo, no lo conseguía.
Detuvo el agua, abrió la cortina... se dió cuenta de que no había toalla en el baño, había olvidado sacar una del closet. Pero al parecer no le importó mucho.
Salió del baño. Así, desnuda y completamente mojada. Corrió hacia la puerta de entrada, salió de aquella... su casa, y comenzó a correr como jamás lo había hecho... corrió por todo el extendido y amplio jardín, hasta que tropezó con una pequeña piedra de color gris...
Cayó sobre las húmedas y rojizas hojas de los árboles que ahí habían. Tomó algunas en sus manos, las observó por 30 segundos... y luego las apretó hasta dejarlas lo más arrugadas que pudo. Las lanzó hacia el cielo que parecía carbón, de a una fueron cayendo...
Una leve sonrisa se distinguió en su rostro...
Ya no lloraba.
Volteó hacia el velador, ahí estaba la prueba que necesitaba para saber que había tenido una espantosa velada, y que no había sido una espantosa pesadilla.
Se miró las muñecas y los antebrazos, tenían restos de sangre seca. Sus manos y pies temblaban, su cara se empapaba de lágrimas que parecían hacerse cada vez más negras.
Apoyó sus pies en la fría baldosa, la recorrió un espelusnante escalofrío... Sus pies dejaron de temblar. Sus manos aún continuaban temblando, trató de calmarlas con unos pequeños golpes, sin embargo, no logró conseguirlo.
Dejó caer su cabeza por un momento, observó manchas rojas en el suelo. Había olvidado limpiar, o simplemente, el dolor no le había permitido hacerlo.
Se paró, casi vuelve a caer en su cama. Camino hacia el baño, el pasillo parecía hacerse más y más largo, era interminable. Abrió la puerta del baño, en realidad la empujó con rabia, se afirmó en el lavamanos... y en el dañado espejo observó su desgraciado rostro, comenzó a llorar con más energía aún. Se sentía espantosa, frustrada, sentía que era una mierda...
Se sentó en la taza del baño, abrió un poco sus piernas, apoyó sus brazos en ellas y se afirmó la cabeza con las manos. Caían y caían sus lágrimas negras por el maquillaje. Estaba cansada de tener que fingir felicidad, estaba cansada de escuchar "Tienes que decirnos que es lo que te sucede, cuales son tus problemas e inquietudes", estaba cansada de tener que escucharlo siempre, cansada de que su madre le dijera "Dicen que estas mal, hija", cansada... muy cansada. En un desesperado grito se escucho su triste voz... "¡Dejenme en paz, dejenme sola!"
Se dirigió a la ducha, se quitó la ropa, abrió la llave del agua helada. Se puso bajo la fría agua. Ahí estuvo por 10 minutos. Trataba de entender por todo lo que estaba pasando, sin embargo, no lo conseguía.
Detuvo el agua, abrió la cortina... se dió cuenta de que no había toalla en el baño, había olvidado sacar una del closet. Pero al parecer no le importó mucho.
Salió del baño. Así, desnuda y completamente mojada. Corrió hacia la puerta de entrada, salió de aquella... su casa, y comenzó a correr como jamás lo había hecho... corrió por todo el extendido y amplio jardín, hasta que tropezó con una pequeña piedra de color gris...
Cayó sobre las húmedas y rojizas hojas de los árboles que ahí habían. Tomó algunas en sus manos, las observó por 30 segundos... y luego las apretó hasta dejarlas lo más arrugadas que pudo. Las lanzó hacia el cielo que parecía carbón, de a una fueron cayendo...
Una leve sonrisa se distinguió en su rostro...
Ya no lloraba.